Desde tiempos inmemoriales, los pensadores siempre han luchado y debatido sobre cuál era la mejor manera de llegar a Dios, pues en la filosofía humana siempre se ha divagado en la existencia de dos mundos paralelos que convivían en un mismo espacio temporal: el mundo universal y mundano el cual era manejado por la mano de un ser divino (en este caso y para nosotros Dios) y el mundo humano.
Es por ello, que se ha escrito durante muchos siglos sobre la manera de poder vivir en la confluencia de esos dos mundos para poder llegar a la perfección, cosa que ningún ser humano ha sido capaz de hacer posible (o al menos haya dejado patente en algún escrito).
Todo esto que menciono anteriormente y que puede resultar intransigente o aburrido para el lector tiene un por qué próximo a la venidera Semana Santa.
Hace unos días un querido apóstol tuvo a bien compartir conmigo un vídeo de un reciente pregón heterodoxo que a este Judas ha causado un gran impacto y que recomiendo al cien por cien, tanto por su toque jovial como por un mensaje, que más allá de la #GuasaCofrade que a este apóstol maravilla, tiene un trasfondo que sería muy bueno de analizar por el oyente.
Pero de ese fantástico y no muy largo pregón (las buenas fragancias siempre vienen en tarros pequeños) hay una frase que me ha marcado y llevado a escribir estas palabras que os dirijo hoy y que son las siguientes: “Cádiz y su Semana Santa se divide entre dos mundos, los que miran un paso del respiradero hacia arriba y los que miran un paso del respiradero hacia abajo”
Y es que, como todos sabemos, en la Semana Santa de Cádiz, así como en el Alfa y Omega de aquel cirio Pascual que ilumina nuestro templo sagrado, tenemos un gran debate, a veces polarizado, que habría que analizar con perspectiva.
Porque sí, es cierto que la Semana Santa a la hora de mirar hacia un paso en Cádiz a veces se mira desde dos prismas diferentes, el del culto a los titulares y el de la forma de la carga. Y es totalmente debatible cuál debe ser la mejor forma o perspectiva para entender esto de las cofradías en la calle.
Pero el problema llega cuando ese leivmotiv cofrade se utiliza para intentar inculcar una idea contraria a lo que la Semana Santa te requiere o para llevarte una opinión a tu terreno.
Porque cuando tú utilizas un doble paso o dejar caer que hay que cambiar por comodidad un estilo de carga y para defenderlo de una crítica utilizas el “lo que importa es el de arriba y lo demás es secundario” estás ocultando bajo esa capa que tú también estás pensando en lo de abajo, aunque no quieras aceptarlo.
Que cuando tú insinúas a un hermano cargador que no asiste a los cultos y solo a cuando tiene que meterse debajo de un paso y que tiene que venir durante el año porque lo importante es el de arriba, no te engañes, cuando sale tu hermandad a la calle, estás más pendiente del de abajo.
Pero que cuando un cargador insinúa que no se le hace caso o se le tiene poco valor al ir debajo, no hay que confundirse, el valor se lleva arriba, lo de abajo es secundario.
Si no, habría que ponerse a analizar penitente por penitente si está haciendo bien su trabajo o si es el cortejo por los gaditanos es poco valorado.
Son tantas contradicciones las que se viven en los pensamientos opuestos en Cádiz que por desgracia hacen a veces, que una Hermandad pueda pasar del mayor de los gozos al peor de los fracasos en pocos meses o años.
¿Cuál sería la solución? Claramente, conseguir el término medio, que es saber que, desde un lado u otro, se busca el mismo fin: llegar a la cercanía con Dios desde cualquiera de los medios. En definitiva llegar al término medio entre lo de arriba y lo de abajo de un paso.
Por eso los cofrades y en especial los que son responsables de las hermandades, debemos aprender que desde todos los caminos se llega a Dios, sin desmerecer a ninguno.
Porque a Dios se puede llegar de muchas maneras. Desde una “tirá” a aguantar un cirio. Desde pedir cera a darla con cariño. Desde el mando de una vara o desde la carga más pesada.
Porque en lo divino está el encontrarse con Dios y en lo humano, el amor al prójimo, mandamiento y base para todo cristiano.
Solo el día que entendamos que al igual que en la vida, en las cofradías también la virtud se encuentra en el término medio, la Semana Santa tendrá un punto de inflexión que a día de hoy los gaditanos todavía desconocemos.
Pero claro, si los pensadores y filósofos, después de miles de años de historia no han sido capaces de encontrarlo ¿cómo nosotros lo haremos?
Es por eso, que al igual que la vida misma, Cádiz sigue y seguirá debatiéndose entre dos mundos: el divino y el humano.
Es labor de nosotros, los cofrades, enseñar a la juventud que viene por delante donde encontrar el término medio. Que aprendan a querer por igual a lo divino y al ser humano.