Una coronación no es algo que se viva todos los días y si no que se lo pregunten al barrio de la Viña y a los hermanos de la Palma que por culpa de la maldita Pandemia han tenido que ver como la espera se hacía casi interminable para poder por fin vivir en el día de ayer una Coronación que ansiaban desde hace tiempo.
Una Coronación que como siempre tiene sus ámbitos positivos y los no tantos que surgirán en miles de análisis que seguro tendremos por expertos en el ámbito de las cofradías y no voy a tratar de desglosar.
Pero lo que sin duda ha generado un gran debate en torno a ello es el comportamiento de ciertos sectores en torno a las salidas procesionales de estos días y que no es un caso aislado, son comportamientos que vienen repitiéndose en diferentes lugares de la geografía andaluza y que estamos empezando a ver en nuestras calles desde hace algún tiempo.
Es el llamado “cangrejeo” que tanto se habla como exportado de nuestra vecina capital hispalense y que tampoco es algo que allí guste profundamente aunque parece ser que es algo ya acoplado en la idiosincrasia cultural de la fiesta por algunos.
Y es algo que creo que deberíamos de empezar a corregir en nuestra tacita de plata antes de que sea algo ya irreversible.
Es por ello que a todo aquel jovenzuelo que, de acuerdo o no con las opiniones de este apóstol, sienta ofensa o desidia por la crítica a este tema, o incluso el practique el “cangrejerismo” le invito a esta pequeña historia / reflexión:
Allá por los años… dejémoslos en “hace muchos, muchos años”, los jóvenes cofrades nos creíamos con la potestad de decirle a los mayores, no sólo cofrades, sino gaditanos que disfrutaban de su fiesta, en cómo tendrían que cambiar las cosas a mejor.
Éramos jóvenes que empezábamos a ver en los VHS (no querido amigo, no son las siglas de un programa basura de Telecinco, así se les llamaba a las ya antiguas cintas de video) otras culturas cofrades y otras ideas que creíamos revolucionarían nuestra Semana Santa.
Ello nos llevó a querer progresar en los intrínsecos ámbitos internos de las Juntas de Gobierno a la vez que nos hacíamos padres y nos dábamos de bruces con la realidad de lo que es verdaderamente una cofradía y ello nos hacía ver que igual esto no es moco de pavo.
A base de discusiones familiares y perdiendo tiempo de nuestras vidas privadas en un servicio a la comunidad que a veces solo nos aportaba críticas entre los mismos comunitarios cristianos e incluso alzamiento de voces, ya no solo en ámbitos privados sino también públicos, empezábamos a valorar lo que realmente aquellos mayores hacían por nuestras hermandades y que igual ver los toros desde la barrera es muy fácil para todos.
Después, llegaban los nietos que ya te hacían apartarte de la vida cofrade e ir solo a misa para ver a tus titulares y pensar a lo lejos, viendo a las nuevas generaciones (que a veces veías solo pavonear por un sitio privilegiado), que esperas se den cuenta de lo que tú fuiste viendo con el tiempo y se convirtieran en personas coherentemente cofrades.
Porque al final, tú como abuelo, que ya renqueante en achaques a veces solo puedes y deseas disfrutar de tu Cristo o tu Virgen en una simple esquina, sin poder alzar la voz y a veces resignado de no hacer entender al que no es tu nieto de que esto de las cofradías y la religión es otra cosa que ir delante de un paso gritando tu amor o con un móvil levantado sin disfrutar del momento, terminas yendo a ver a una masificación de personas que no te dejan ver más allá de sus cuerpos, gritos y empujones a quien realmente es importante: Jesús y su madre María.
Esos que hoy en día no dan importancia a que ponerse delante de un paso entornando una bulla o incluso lo defienden como un mayor amor hacia la veneración de titulares, esos que lo permiten creyendo que hacen más bien a sus cofradías, cuando sean abuelos y cuando sus fuerzas les hagan solo poder estar cerca unos breves minutos de lo que te sigue dando fuerza en esta vida para no perder una sonrisa, entenderán el por qué de no querer por algunas personas que lo sufrimos implantar estas modas.
Porque el cangrejero se hará mayor y será ese abuelo.
Porque el miembro de junta que lo permite, no debe olvidar que cuando se retire del cargo, su persona caerá en el olvido y con el tiempo se convertirá en ese simple abuelo.
Y cuando todo ello pase y vivan en sus carnes el que una oleada de jóvenes que creen estar más cerca de Dios y de la Virgen por gritar con más fuerzas a los cuatro vientos, que una oleada de móviles ondeen el cielo para grabar más cerca a Dios y después tenerlo entre 2500 imágenes en el olvido de su smartphone, entenderán que todo lo que hicieron, solo hacía daño a aquellos que tenían poco tiempo para rezar a Dios antes de reunirse con él en el cielo.
Por eso queridos jóvenes, queridos cofrades, disfruten siempre de una coronación o de una procesión como todos queremos hacerlo, pero corónense con antelación como abuelos, eso les dará una visión de lo que les deparará el futuro cofrade y ponerle por supuesto solución a los cangrejeros.
Instrúyanse con antelación, para que en unos años, sus nietos no sean esos a los que llamen cangrejos o formen un manto de móviles grabando, y les quiten la oportunidad de ver a Jesús y María desde una esquina sin bullas por a lo mejor una última vez, antes de reunirse con ellos en el cielo.