No hay mejor frase para describir esa sensación cofrade que se respira en el ambiente ante el aletargamiento que está sufriendo psicológicamente la sociedad y que nos afecta también en el ámbito cofrade.
Usted, querido lector, escuchará muchas cosas en estos días, que aún pareciendo inverosímiles, hoy en día no se cuestionarán o rebatirán. Y es por el simple hecho de que ante esta situación tan cansada la mente humana solo quiere pensamientos positivos.
Ese cansancio psicológico nos lleva a un estado de embriaguez mental que intenta aferrarse a un clavo ardiendo ante una situación tan negativa en la actualidad, y eso es lo que está pasando también dentro del mundo cofrade.
A usted le plantearán que el formato de este año del Vía Crucis es el mejor y correcto, que el acto nunca ha sido tan bueno como el del pasado Lunes y que hay que dejarlo así.
Desde la prensa, tal vez dirigida, tal vez extensa en favores, se le venderá que nunca ha sido tan emotivo como en años anteriores estar todos estáticos y con tanto silencio.
Lo que no le contarán es que un acto donde solo estén hermanos mayores y donde por experiencias anteriores no muy lejanas, se metió la pata desde el Consejo, también lo que había es un poco de miedo. Que no es lo mismo una iglesia acotada con 250 personas que llena de público. Que el acto del vía Crucis realmente debe hacerse en movimiento.
También le contarán que el acto de presentación del cartel ha sido todo un éxito, que el cartel es maravilloso y que todo ha sido un sueño.
Lo que no le contarán es que por razones de hacer mal las cosas, la Presentación del cartel se ha ido suspendiendo en el tiempo.
Le contarán que la exposición cofrade es todo un éxito, que la organización y el comisariado ha sido bueno.
Pero no le contarán que la mayoría de los enseres por falta de espacio y organización se han devuelto. O que casi cinco días después faltaban datos, o que algunas explicaciones tanto el montaje son un esperpento.
Le dirán desde algunas hermandades que las cosas por la pandemia se han ido suspendiendo y que más no se podía hacer.
Lo que no le contarán es que hay hermandades que ni están ni se les esperan sólo que ahora hay una excusa para hacerlo.
Y así, querido lector, podría seguir enumerándole cosas y cosas a las que usted podría responderse esa típica frase o chascarrillo que corre por las esquinas como viento de levante: El año 2020 lo vivimos encerrados, este año al menos tenemos algo y sea lo que sea vamos a disfrutarlo.
Porque ahora toca hacer un lavado de imagen a todo lo mal que se ha hecho y se sigue haciendo. Toca ser el tuerto en este país de ciegos. Toca vender mensajes que muchas veces no ellos mismos se creen pero hoy en día el poder de las redes sociales… es mucho.
Y ese es el problema. Que nos pueden vender gato por liebre y nosotros aceptarlo. Porque ante la falta de pan, buenas son tortas, y a buen entendedor, ya se sabe, aquí martín martín pero en el bolsillo pa’ mí.
Viniendo del fatídico 2020 el cofrade se está agarrando a un clavo ardiendo y eso tiene un arma de doble filo: que muchas personas que manejan nuestro mundo cofrade, aprovechen para cambiar muchas cosas que desde hace muchos años querían cambiar de nuestra Semana Santa y que ahora ven una oportunidad de oro ora hacerlo.
Deber de nosotros es quitarnos esa ceguera y luchar contra lo que está por venir que no va a ser poco y si no… tiempo al tiempo.