Las candidaturas a juntas de gobierno se están convirtiendo en micro partidos políticos que confunden la vocación de servicio como persona comunitaria dentro de un grupo de fieles con el egocentrismo personal y la revancha ideológica.
Recuerdo cuando en época de pandemia la sociedad en general y los cofrades en particular, decíamos que después de eso íbamos a salir mejores.
Pues bien ha pasado casi un año de esa ya “definitiva” nueva normalidad, y parece que el ser humano ha olvidado todo lo vivido y vuelve a tropezar con la misma piedra.
Hoy este apóstol quiere analizar las situaciones que desde hace varios meses a la actualidad se están viviendo en el seno de muchas hermandades y específicamente en hermandades que están viviendo o han vivido no hace mucho procesos electorales.
Y es que las hermandades hoy en día llevan a cabo auténticas campañas electorales en las que solo faltan “asesores chupasangres” ganando miles de euros para asemejarse a cualquier partido político actual.
Desde hace tiempo vemos con normalidad como juntas de gobierno presentan candidaturas a través de páginas de redes sociales que abren sin ton ni son para autopromocionarse y darse a conocer, algunas candidaturas con programas etéreos donde el 70% de sus promesas son banalidades que tienen que insertar porque es lo que tienen que poner, más allá de que estén de acuerdo o no.
El problema viene cuando en una propia hermandad aparecen dos candidaturas.
Y digo problema, porque normalmente (no recuerdo ahora mismo un caso excepcional) la presentación de dos candidaturas está reflejando en la actualidad la crispación que anteriormente existía en el seno de la cofradía y que en estos procesos electorales salen a la luz.
Es por ello, que llevamos durante bastante tiempo viviendo casos donde la lucha y crispación es al final la única conclusión que se puede sacar de dichos procesos. En la mente tenemos los casos del Huerto, Cigarreras o recientemente los del Nazareno, donde ayer vivimos un desafortunado (a mi entender) y carente de sentido comunicado de una candidatura ya extinta o en La Palma donde se han vivido situaciones puramente políticas como la de un candidato llamando cuál asesor de políticos a hermanos para pedirles el voto.
Esto no es algo nuevo, el mundo de las cofradías en algunas situaciones ya lleva desestructurado décadas. El problema es que lo que antes se quedaba en el núcleo de hermanos, en la actualidad con las redes sociales está a mano de cualquiera. Y al final salimos perdiendo todos.
Las candidaturas a juntas de gobierno se están convirtiendo en micro partidos políticos que confunden la vocación de servicio como persona comunitaria dentro de un grupo de fieles con el egocentrismo personal y la revancha ideológica.
Porque igual se debe recordar a todas las personas que optan a una junta de gobierno, tanto ganadores como vencidos, que pertenecer a una junta de gobierno no da ni potestad ni poder sobre otras personas. Una junta de gobierno simplemente es un cargo temporal en el cual eres servidor de una comunidad de fieles por los que vas a trabajar durante unos años, no para realizar tus propios intereses, sino para salvaguardar la Fe, el patrimonio y la historia de hermandades con una historia más allá de lo que nosotros mismos recordamos.
Una junta de gobierno ganadora debe servir a la comunidad y una junta perdedora debe ponerse al servicio de lo que la junta ganadora requiera para ayudar a la comunidad. Cuando se termina el proceso electoral se terminan las diferencias y se vuelve a un redil común. Todo lo que se haga después en torno a disputas en redes sociales está de más.
Las polarizaciones ideológicas no tienen cabida en las hermandades. Una hermandad es algo muy simple, una comunidad de fieles que acompañados de otros fieles y de un director espiritual que les guía para encontrar la verdad de Dios a través de Jesús y María quieren vivir en comunidad cristiana. Y eso nos lleva a unos comportamientos y calores que algunas veces distan de la realidad cofrade actual.
Todo lo demás fuera de eso sobra. Empezando por las páginas de twitter y facebook para auto promocionar micro partidos cofrades.
Es hora de analizar en qué estamos equivocándonos y mejorar. Porque ya esta problemática no es un único caso aislado.
Y hay que atajar el problema antes de que no haya solución.
No puedo estar mas de acuerdo
Estoy totalmente de acuerdo, es de pena que por escribir en las redes sociales (porque no cuesta dinero, y nos escondemos en el cobarde anonimato) somos muy valientes en poner las sandeces, que no somos capaces de decir a la cara. Y nos olvidamos que esto es una continuación de nuestros deberes como cristianos, con toda las enseñanzas que Jesús nos enseñó humildad, amor y entrega a los demás, y no de tirar por tierra a ningún hemano