El Cofrade ya está cansado de medias verdades y ocultismos. Necesitamos ordenar las infraestructuras que abogan por nuestra fiesta y adaptarlas a los nuevos tiempos. Este 2021 debería servir para ello
No corren buenos tiempos para las cofradías y hay que decirlo ya con claridad.
No podemos seguir jugando con los sentimientos y la salud de las personas que de verdad quieren y miman a esta fiesta, ya sea los que lo hacen desde una posición de privilegio o desde el último escalafón de la pirámide. Todos sumamos y todos somos a la vez imprescindibles.
Repetimos hasta la saciedad que el que no haya Semana Santa en la calle hará derrumbarse a las cofradías, pero cada vez va tomando más forma (o al menos así lo piensa este apóstol) que esa afirmación no es más que una nube de humo con la que ocultar las verdaderas carencias que tiene nuestra Semana Santa.
Y por supuesto que la premisa máxima debe ser la Salud de todos y cada uno de nosotros.
Unas carencias que van más allá de lo económico o de lo social si hablamos de la presencialidad dentro del organigrama cofrade que esta pandemia nos está evitando disfrutar a lo largo de casi ya 365 días.
Porque si algo está faltando dentro del mundo de las hermandades es la sinceridad.
Y si hablamos desde el organigrama que las representa más todavía.
Llevamos meses de incertidumbres en todo lo referente a lo cofrade. Se nos cuenta en artículos periodísticos tirados a diana fija de todo lo bonito que se hace o se plantea. Se nos venden afirmaciones idílicas que en tiempos de dificultades hacen florecer esperanzas, pues al que no tiene nada, una hogaza de pan le es un tesoro y si ya le vendes que el pan será de oro tienes la solución perfecta para que la gente siga polarizándose contra la realidad.
Siempre he sido un apóstol escéptico, por algo llevaré siempre la soga al cuello, pero llevo una premisa por delante: la verdad como valor fundamental.
Por eso ya Judas se siente cansado de ver cómo se ocultan las “noticias que no interesan” y que entre todos (yo mismo me incluyo y entono el “mea culpa”) colaboremos a ello. Así solo seguimos llenando el cajón desastre hasta el día que explote y veamos que esto lleva mucho tiempo sin capitán que lo maneje.
Han sido debates arduos los que he mantenido a través de twitter con muchos discípulos intentando siempre que el respeto sea la base principal de dichas discusiones. Discusiones que siempre iban en un mismo camino: Judas el escéptico va en contra de la opinión cofrade, la de vender alarmismo a toda costa, la de decir que esto cuando llegara la vacuna no sería todo maravilloso, que en Semana Santa habría que buscar alternativas y que tendríamos que volver a tirar de YouTube para la mayoría de las cosas, incluso que no veríamos pasos en la calle.
Para algunos, Judas, el fake o troll que lo que quiere es meterse con las hermandades o dejarlas en mal lugar por tal de tener presencia en las redes solo hace esto por un único bien: el de autoasegurarse seguidores y así tener un espacio en el que sentirse realizado atizando a las hermandades y a los buenos cofrades. Ese desgraciadamente es el pensamiento de una gran mayor parte del sector cofrade que me lee y me sigue sin dar señales pero siempre atento a las novedades.
Este Judas con su verdad y yendo a contracorriente de la gran mayoría, alguna que aguantó mis tirones y otra que directamente se volvió ateo discipular, llevaba desde el verano avisando: esto no va a ser sencillo y lo que nos están vendiendo es una falsa esperanza añadido a un trabajo inexistente o en todo caso mal planificado que incluso a última hora con las prisas podía poner la salud de muchos cofrades en riesgo.
Y por desgracia el tiempo me ha dado la razón.
Llegamos a un mes de febrero en el que no tenemos nada entre manos, muchas porque no podemos y otras por no haberlas planificado. Llegamos a un mes de febrero donde un gran porcentaje de hermandades (por supuesto hay algunas y buenas excepciones) no han aprendido absolutamente nada de esto y así ahora en un ataque de pánico colectivo han tenido que echar la baraja cuando han visto que el virus ya estaba dentro.
De que hay que estar al lado del hermano y no al lado de la noticia fácil, de la foto con bolsas de supermercado o el cheque en blanco. De que la red social es para escuchar al hermano y no una plataforma de autobombo que ya de por sí los políticos tienen saturadas, o de contar verdades a medias o solo la que nos dejen en buen lugar y ocultar los fallos. Y lo peor de todo, las redes sociales no pueden convertirse en una plataforma de esquelas y columbarios.
Ahora más que nunca necesitamos a buenos líderes y buenos trabajadores (que algunos gracias a Dios hay), reconocer a quién ya debe de dar un paso al lado o pedir ayuda externa si fuera necesario. Hay gente joven muy preparada pidiendo paso para darle un impulso a todo esto y si no les damos paso, os aseguro que vamos a tener unos años convulsos que irán más allá de la pandemia que ya se por si nos está tocando de lleno.
Los acontecimientos acaecidos durante este años y con más profundidad los recientemente acontecidos (y que son secreto a voces) creo que nos dan la razón a los cofrades a que hay que pedir responsabilidades en “muchos sentidos” (y no seré yo el que destape el por qué de ellos).
Pero sobre todo que nos digan la verdad de las cosas y no ocultarlas por intereses o por miedo a perder una reputación que al final tarde o temprano saldrá a la luz. Los cofrades necesitan saber la verdad de su fiesta y todos los ámbitos que conciernen a ellas ya sean buenas o malas noticias.
Hoy en día, la falta a la verdad debería de ser un requisito mínimo para pedir la dimisión de cualquier persona de un organismo y así espero que sea. Porque cuando llegue Abril y pase la Semana Santa, más de una persona debería de poner a disposición su cargo.
Así, por el bien de las cofradías y por el bien de nuestra Semana Santa, de una vez por todas se debe de ir ya con la verdad por delante.