Buena Muerte

Iglesia de San Agustín
Plaza San Agustín s/n

Cofradía de Penitencia del Santísimo Cristo de la Buena Muerte y María Santísima del Mayor Dolor

Historia

El 1 de Diciembre de 1894, bajo la presidencia del sacerdote diocesano Don Cándido Picamill, asignado a la Iglesia de San Agustín, un grupo devoto de diecinueve hermanos funda la Cofradía de la Buena Muerte para dar culto a la imagen del Santísimo Cristo que existía en dicho templo.
El 15 de diciembre es nombrado Hermano Mayor don Cayetano del Toro y Quartiellers, Alcalde de Cádiz e insigne médico oftalmólogo. La Cofradía toma el nombre de “Hermandad religiosa de Nuestro Señor Jesucristo en su Buena Muerte”.

Unos meses antes, en la Semana Santa de 1894, la imagen del Cristo había salido en procesión portada por algunos hermanos. 

Cuando los Padres Agustinos regresan a Cádiz en 1906, asumen la realidad de la Cofradía y fomentan el culto a la imagen del Señor en su Buena Muerte. Durante más de veinte años, la Cofradía adquirió gran auge impulsada por su Hermano Mayor, que lo siguió siendo hasta su muerte en 1915. Se inicia entonces un quinquenio de decadencia en el que, prácticamente, la Cofradía desaparece, hasta que, en 1921, un grupo de cincuenta y cinco devotos, entre los que se encontraban los hermanos César y José María Pemán Pemartín, la reorganizan y la dotan de un espíritu de gran austeridad, recogimiento, absoluto silencio y estricto rigor penitencial, características que, aún hoy, constituyen sus señas de identidad.
1926

Autores de las imágenes

La talla del Santísimo Cristo de la Buena Muerte es obra anónima que data de 1648.

Fue restaurado por José Miguel Sánchez Peña, en 1986 y 2010, y es propiedad de la comunidad de frailes agustinos.

Se trata de una de las creaciones más destacadas de la estatuaría religiosa en España. Una encuesta realizada hace algunos años entre expertos de arte, procedente de la Santa Sede, la ha considerado como la mejor representación de Jesús Crucificado que existe en la cristiandad. Lo cierto es que esta magistral composición de Cristo muerto en la cruz ha sido relacionada con las gubias de Juan Martínez Montañés, Alonso Cano, José de Arce y, más acertadamente, Alonso Martínez, aunque no se descarta la participación de varias manos en la ejecución de su hechura.

El Varón, representado en los instantes inmediatamente posteriores a su muerte, ha desplomado su cabeza hacia la derecha. La melena, de ondulados bucles, cae a ambos lados del rostro de Jesús, un rostro que ha alcanzado la paz después del martirio y muestra los ojos completamente cerrados, con las pestañas pinceladas en la madera. La nariz es del tipo semítico; los pómulos, angulosos, y la boca, menuda y levemente abierta, permite ver en su interior la lengua y la dentadura talladas. La corona de espinas, muy recta y gruesa, ha sido esculpida en el mismo bloque craneal. La anatomía es corpulenta y heroica, propia de quien ha procurado labrar un Jesús victorioso en el madero, provisto de gran concepción escultórica. El vientre se halla hundido, los fuertes brazos aparecen colgados del travesaño y las manos, semicerradas, muestran los dedos flexionados tras haber sido taladradas por las palmas.

El sudario, cordífero, se ciñe con caprichosas vueltas a la cintura y deja al descubierto el costado derecho. La policromía es ligeramente cetrina, no incurriendo demasiado el autor en las señales del martirio. Se encuentra fijado por tres clavos al arbóreo madero, con las piernas juntas y el pie derecho montado sobre el izquierdo.

María Santísima del Mayor Dolor también es obra anónima, aunque ha sido atribuida a las escuelas italianas, apuntándose el nombre de un escultor napolitano y los ligures Antón Maria Maragliano y Domenico Giscardi como posibles autores de la misma.

Fue restaurada en 1985 por José Rodríguez Rivero-Carrera.

La imagen de la Dolorosa ha sido restaurada en 2011 por José Miguel Sánchez Peña.

Notable obra que ha sido atribuida a las escuelas italianas, apuntándose el nombre de un escultor napolitano y los ligures Anton Maria Maragliano y Domenico Giscardi como posibles autores de la misma. Nosotros no nos decantamos por ninguna de estas opciones y consideramos que pudo gubiarla un escultor de origen levantino del momento, influido por las formas salzillescas que a su vez fueron deudoras del arte de artistas italianos como el mencionado Maragliano; de hecho, también han surgido voces que la han relacionado con los valencianos Ignacio Vergara y Blas Moliner.

La Virgen, pálida y demacrada por el llanto, eleva la mirada hacia el cielo al tiempo que ladea suavemente su cabeza a la derecha. Los ojos vítreos quedan enmarcados por unas cejas finamente gubiadas en su nacimiento y por pestañas de pelo natural colocadas en los párpados superiores.

Es una Dolorosa señorial y devota, cuyo suplicante rostro muestra marcadas arrugas en el entrecejo para expresar su aflicción, profundas ojeras, perfil recto y alargado, y labios entreabiertos con los dientes superiores tallados. Seis lágrimas de cristal surcan sus mejillas, tres en cada una de ellas. Las manos aparecen extendidas, portando un rosario y un pañuelo de encaje.

Túnicas

Túnica negra como el antifaz que lleva una cruz latina en blanca y cíngulo del mismo color para ambos pasos

Fuente: Consejo de Hermandades y Cofradías