Si a Alex de la Iglesia le hubieran ofrecido en 2021 hacer una serie para una de las plataformas más poderosas televisivas de la actualidad, hubiera cambiado seguro el ámbito de la españa interior por el de Sol, luz y playa de nuestro Cádiz.
Y es que, han sido días convulsos en nuestra tacita de plata, esa que parece haberse fracturado como la porcelana por unas decisiones más que cuestionables por parte de los gobernantes de la ciudad. Porque todo lo que se está viviendo en Cádiz, da para una serie de culto.
Pero aunque estemos en un shock absoluto con esto de que el carnaval de la ciudad se cambie de fecha y coincida con una de las fiestas más importantes dentro del calendario cristiano, ni nuestras preferencias políticas ni nuestro enfado ya sea como cofrades o como carnavaleros deben separarnos del pensamiento lógico y la frialdad que debe caracterizar un análisis pragmático, para ver que todo ello tiene un trasfondo que va más allá de la coincidencia de dos festividades dentro del mismo día.
Comencemos a analizarlo.
El Ayuntamiento propone cambiar de fecha el Carnaval a Junio.
Después de unos más que discutibles foros de Carnaval donde “a través de propuestas” donde se decide posponer el COAC y la semana de Carnaval a Junio, alguien acto seguido de anunciarlo se da cuenta de que el Domingo de piñata coincide con la festividad del Corpus.
Y Judas se pregunta: unos concejales que se rodean de un mínimo de tres asesores y donde podemos poner que la media de sueldo al mes de cada uno son 3.000€, ¿no le ha dado a ninguno por abrir un calendario para ver si ese día en Cádiz había alguna festividad?. Pero claro, aquí hay un problema de base. Si los propios políticos son los primeros que un Domingo de Corpus están a unos 30 kilómetros, ya sea en sus chalets de Valdelagrana o de playeo por Conil, ¿qué podemos esperar que salga de ahí si ni ellos conocen de qué va realmente la fiesta? Y algunos pensarán, bueno ellos son los que aprueban los actos y dotan las partidas económicas. Pero claro eso se hace meses atrás desde un despacho donde posiblemente el papel llegue de un asesor a otro y el firmante lo haga como cualquier otro trámite. De lo que sucede en la calle ese fin de semana no tiene absolutamente ni idea.
Ahora que parece que salta la chispa y que empiezan las quejas, el Ayuntamiento da un nuevo paso al frente: las dos fiestas pueden convivir perfectamente.
Y Judas ya se imagina a Alex de la Iglesia en su primer día de rodaje: La Comparsa de Tino Tovar cantándole en el tablao de Unicaja al altar del Cristo de la cena un pasodoble al Papa, Siete Palabras montando un altar de cultos encima del tablao de la Estrella mientras suena la antología de Martínez Ares de fondo entre olor a adobo de los cartuchos de frituras que se regalan en la mañana del domingo en sus jornadas gastronómicas, el suelo de la Plaza de la Catedral lleno de romero y papelillos con aroma a manzanilla… y entre todo eso la multitud.
Porque no olvidemos, que por desgracia, actualmente vivimos en una sociedad muy antagónica que recuerda a los malos pensamientos de hace un siglo, y eso con dos copitas de más tanto de un lado como de otro, saltará como la pólvora.
Porque si ya existen personas que antes de la pandemia contaban procesiones para poner el grito en el cielo, ¿qué no harán personas con ese “talante” antagónico y con dos copitas de más? ¿O aquel que se sienta ofendido bajo la posible sorna de: muchacho!! Tú de qué vas disfrazado!!? cuando vaya en chaqueta hacia la catedral o vestido de cargador. Porque la guasa en Cádiz a veces traspasa los límites y nunca se sabe en jornadas de tensión por donde puede saltar la liebre.
En resumen, un sinsentido del cual los políticos no saben salir y del que al final prevalece “esto lo mando yo así y es lo que hay” y que puede terminar como un rosario de la aurora (nunca mejor dicho) del que no haya manera de ponerle fin ese día.
El Consejo de Hermandades hace la vista gorda
¿Cómo es posible que el Consejo, ante tal falta de respeto hacia una fiesta que debe ser de las más importantes en el calendario, pase por encima con un comunicado escueto y light “en conjunto con el cabildo catedral” 48 horas después de saberse la noticia?
Tiene respuesta fácil: intereses que no quieren perder en tema de subvenciones, palcos y demás en el que el Consejo a través de pactos ha quedado a sumisión del ayuntamiento.
Porque está no es la primera guerra que se encuentra el Consejo con el Ayuntamiento y la respuesta siempre ha sido la misma, no alzar la voz no vaya a ser que nos quiten dinero.
Lo siento pero creo que alguien con peso y mando dentro del mundo de las cofradías tendría que alzar la voz y pedir cuentas a los responsables, esto no lo podemos permitir.
Carnavaleros de ámbito cofrade en silencio
Se rumorean por los mentideros los descontentos de muchos carnavaleros que además son cofrades, pero claro, cómo señalarse ante tanta polaridad política donde “si no estás conmigo estás contra mi” y donde por expresar tu opinión puedes incluso perder un premio en un concurso, que no olvidemos, a mucha gente le da dinero.
Porque mucha gente da a entender su disgusto, pero nadie ha dado un verdadero paso al frente en esta disputa, pues todo el que se queja lo
hace con la coletilla “pero todavía no sabemos lo que haremos”
Los políticos no se posicionan
Si algo ha dejado en claro esta situación es que aquí el político por no perder votos es capaz de sumirse en la indiferencia. Porque claro aquí existe un dilema político: ¿qué da más votos, las cofradías o el carnaval? Y desgraciadamente ya sabemos la respuesta, y por eso todos los políticos, incluso los menos a favor de los actuales gobernantes, callan o hablan con la boca pequeña.
Pero si todo lo anterior dicho lo metemos en una coctelera y todos estos datos los analizáramos desde un punto de vista común, nos saldría un único concepto con claridad: el poder del dinero.
Porque queda demostrado que el dinero lo puede todo, incluso apartar tus ideas de lo que realmente importa.
Porque por no perder dinero del carnaval se es capaz de trasladarlo a una fecha donde se tildaría a más de uno de franquista. Porque por no perder dinero de palcos y subvenciones, se es capaz de convivir con una fiesta que es incompatible. Y que por no perder votos que finalmente se traducen en dinero, se es capaz de sumirse en un silencio absoluto o una queja de boca pequeña.
Porque si una cosa ha quedado claro, es que en Cádiz por treinta monedas se es capaz de vender los principios de cada uno.
Y eso a la larga, para la ciudad y nuestra cultura, será un verdadero problema.
Esperemos que el tiempo me quite la razón, pero es hora de pedir cuentas a todas las partes.
Y las dimisiones, en todos los ámbitos, deberían de empezar a producirse.
Si no terminaremos como un servidor, con una soga al cuello y tirando la idiosincrasia de esta ciudad por 30 tristes monedas de plata